Parashat Bo: Opresión vs Libertad

No hay futuro sin inclusión; si no abrazamos al otro tal y como es.

Estamos acostumbrados a que la división de las parashiot de la Torah nos ofrezca historias con un desenlace. Sin embargo, la parashá de la semana pasada nos dejó con la intriga de cuál sería el resultado del “tira y afloja” entre Moisés y el faraón para dejar finalmente al pueblo de Israel marchar en paz hacia su liberación.

En esta porción de la Torah, Dios envía la octava y novena plaga, langostas y oscuridad, pero el faraón aún se niega a liberar a los esclavos israelitas. Dios le dice a Moisés que la décima plaga matará a todos los primogénitos egipcios. Dios ordena a cada hogar israelita sacrificar un cordero y esparcir la sangre en los postes de sus puertas, para proteger a sus primogénitos. La dureza del corazón del faraón, el odio y la sin razón trae la muerte a todos los primogénitos. Finalmente, el faraón deja que los israelitas marchen hacia el desierto en libertad.

La semana próxima, el 27 de enero, el mundo entero conmemora la liberación por las tropas soviéticas del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau en 1945; la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó oficialmente esa fecha Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.

La Shoá fue el resultado de un proyecto de construcción nacional basado sobre la exclusión del otro, su posterior deshumanización y finalmente su exterminio.

Esta semana la Torah nos enseña un modelo opuesto. Un modelo basado en aquellos valores que ya comienzan a fraguarse en los preliminares del Éxodo. Un modelo construido sobre los valores de la Torah.

Cuando el faraón pregunta a Moisés quién va a marchar a celebrar este primer Pesaj, su respuesta es toda una apuesta por la diversidad y la inclusión: “¡Todos, todos sin excepción!”:

“Iremos con los jóvenes y con los ancianos, con nuestros hijos y nuestras hijas, con nuestros rebaños y con nuestro ganado, porque es una fiesta que el Señor nos ha dado”. (Éxodo 10: 9)

La muerte de los primogénitos, me gusta explicar, simboliza una sociedad sin futuro, una sociedad que no tiene futuro porque ha sido construida sobre la exclusión. Tras el dolor causado por tanta muerte y destrucción, el faraón vuelve a llamar a Moisés y Aarón: “Iros, salid de mi pueblo”. El tono no es el de aquel que concede la libertad, es más bien el de una expulsión: “Marchad, fuera de aquí”. Tal es la soberbia de su corazón.

“Levantaos y salid de mi pueblo, vosotros, así como los hijos de Israel, id y adorad al Señor tal y como Él os ha mandado”.  (Éxodo 12: 31)

El Mejilta de Rabbi Shimon bar Yohai 12, p. 29 comenta sobre este versículo:

“” Vosotros» Esto sólo os incluye a vosotros (los hijos de Israel a quienes se dirige el versículo). ¿De dónde sabemos que también incluye a los conversos, a los extranjeros y a los esclavos? Lo sabemos gracias a que el pasuk dice: “así como”.”

Moisés, es un líder que trabaja por todos sin exclusión. A diferencia del proyecto nazi, la Torah nos enseña que el futuro del pueblo de Israel se construirá sobre la inclusión. Todo el mundo cuenta: jóvenes y ancianos, mujeres, hombres, niños, los animales, el ganado…la naturaleza, al fin y al cabo. Y no sólo esto, también aquellos que han decidido unirse al pueblo de Israel, los conversos, los extranjeros. Un pueblo que ama la libertad e invita al esclavo sea cual sea su origen a unirse en su camino hacia la liberación.

La Torah nos enseña que no hay futuro ni para la sociedad ni para la comunidad, si no es a través de la creación de espacios donde cada persona pueda encontrar su lugar. No hay futuro sin inclusión; si no abrazamos al otro tal y como es.

Rabbi Lord Jonathan Sacks, z”l, decía: “No necesito que estés de acuerdo conmigo, tan sólo necesito que te preocupes por mi”. Una sociedad, una comunidad, no se construye sobre un modelo uniforme, donde todos piensan igual, o donde todos tienen los mismos orígenes, idénticas tradiciones o identidades; la sociedad, la comunidad, se construyen sobre el fundamento de la bondad y la compasión de los unos por los otros, sin exclusión.

Shabat Shalom

Rabbi Haim Casas

 

 

 

 

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