Parashat Mishpatim
Naaseh veNishmah, que podríamos traducir como:
“¡Haremos y Comprenderemos!” (Éxodo 24:7)
¡Qué gran tensión se nos presenta aquí ¡
¿Debemos hacernos responsables antes de comprender el significado real de los preceptos que cargamos sobre nuestros hombros, o deberíamos mejor comprender primero y, después aceptar los principios de la Torah?
En este mundo complejo en el que vivimos, nos sentimos a menudo superados por las dificultades del día a día. El alto coste de vida, los quehaceres, las obligaciones morales y familiares, nuestra lucha espiritual, la complejidad de las relaciones personales…Todo esto demanda de cada uno de nosotros un esfuerzo substancial. A pesar de esto seguimos soñando con alcanzar la felicidad y la paz. A veces parece que estamos obligados a elegir entre la dificultad y la ansiedad o una vida sencilla y feliz.
Pero ¿por qué tener que elegir? ¿No podríamos escoger un camino que abrace toda nuestra potencia, los retos de la vida y a la vez la calma y la felicidad interior?
La tradición judía nos ofrece una rica literatura inspiradora a la hora de enfrentarnos a la complejidad de los retos de la vida. Como personas conscientes del valor de la sabiduría judía en sí, tiene sentido que la ética judía haya evolucionado en tándem con la creación de oportunidades que nos permiten sobrellevar las tareas más mundanas a la vez que encontramos en ellas una oportunidad para el crecimiento espiritual.
La parashá de esta semana, parashat Mishpatim, es a la vez inspiradora e inquietante. Es una parashá repleta de responsabilidad ética y de exigencia social que demanda que un orden sea establecido, así como una manera de reaccionar cuando ese orden es quebrantado. La narrativa de esta parashá lidia con todo tipo de enfermedades y remedios, incluyendo el asesinato, daños a la propiedad, robo, autodefensa, préstamos, procesos judiciales, etc. Y aunque Mishpatim trata de todo tipo de problemas sociales, también alza una inquietante y profunda pregunta:
¿Por qué es tan difícil vivir una vida ética? ¿Por qué la Torá añade mas problemas a nuestra realidad de por sí complicada?
¿Cómo podemos nosotros hacer frente a los retos de nuestra sociedad de hoy, y a llamada milenaria de vivir una vida ética conforme a los valores de la Torá?
El primer paso para responder a estas preguntas sería reconocer nuestras propias limitaciones y nuestra vulnerabilidad incluso cuando intentamos darlo todo. Si no logramos hacer frente a nuestro desorden interior, tendremos muy pocas posibilidades de superar el desorden exterior. Por ello, es crucial conseguir primero una cierta salud emocional y claridad espiritual para hacer frente a los retos de la vida.
Todos necesitamos adquirir lo que la tradición judía denomina Menuhat haNefesh, equilibrio interior. Cultivar este equilibrio es el ingrediente principal para vivir una vida de pleno significado, de alegría, de paz, de calma interior.
¿Cómo podemos hacer frente a tantas preocupaciones?
Los sabios nos invitan a cultivar las middot, las cualidades de la confianza y la fe, bitajón y emunah. Nos invitan a no preocuparnos demasiado, pues al fin y al cabo Dios está al control. Reconozco que a veces es difícil ver la “mano” de Dios en nuestros problemas y mucho más confiar en que Él proveerá. Sin embargo siempre podemos pensar que todo pasa por alguna razón, que no podemos controlarlo todo. No podemos controlar lo que ocurre pero si nuestra reacción.
Miguel de Cervantes decía: “No puede impedirse el viento pero hay que saber construir molinos”.
No debemos por lo tanto poner tanto énfasis en las preocupaciones, el miedo, y la ansiedad, sino ver en la tempestad una oportunidad para transformar la realidad, para construir algo bueno.
Hace años que tuve la oportunidad de conocer el trabajo de Alan Morinis en el Mussar Institute. Morinis esplica que la palabra hebrea para “preocupación” es dagah, palabra que contiene las 4 de las 5 primeras letras del Aleph-Bet. La letra que falta es la bet, la letra de la palabra bitajón, confianza-seguridad. Aquel que no tiene confianza-seguridad acaba finalmente por preocuparse.
El gran sabio jasídico Rabbi Shalom Noah Berezovsky, explica que hay dos tipos de confianza. Del éxodo de Egipto aprendemos a renunciar a controlarlo todo, a ser pacientes. Del pasaje a través de las aguas del mar aprendemos a levantarnos y superar nuestras propias limitaciones. Se trata de dos tipos diferentes de confianza espiritual que podemos experimentar a lo largo de nuestra vida. Cada día debemos preguntarnos a nosotros mismos: ¿en qué aspectos de mi vida debo simplemente dejar que las cosas pasen como tienen que pasar y, dejar de desperdiciar tanta energía física y espiritual en la ansiedad de querer controlarlo todo? Otras veces tendremos que preguntarnos: ¿en qué áreas de mi vida necesito levantarme y ser más activo, tomar el control, el toro por los cuernos y hacer que las cosas cambien?
Cada uno de nosotros tiene más fuerza de la que puede imaginar, pero no podemos hacerlo todo. Los rabinos de la Mishná nos enseñan: “No estás obligado a completar la tarea, pero no por ello debes desistir”. No somos ángeles ni Superman. Somos humanos.
No quiero decir que no debamos trabajar, luchar por mejorar las cosas. Lo que quiero decir es que cuando nos preocupamos demasiado nuestra vista se nubla y no somos capaces de ver las cosas con perspectiva, con amplitud de miras. Los rabinos nos enseñan: “Tres cosas hacen menguar las fuerzas de una persona: la ansiedad, un largo viaje, y el pecado” (B. Guitin 70a). Como judíos estamos comprometidos a cambiar las cosas, a ser críticos, a mejorar la realidad. Pero debemos realizar nuestra labor en equilibrio, con paz interior.
Por ello también debemos dedicar momentos a parar, a meditar y pensar ¿qué dirección debo seguir?, ¿dónde puedo encontrar fuerzas y calma para esta tarea?
Menujat HaNefesh, el equilibrio interior, nos proporciona claridad espiritual. Caminamos de la oscuridad a la luz, de la incertidumbre a la claridad, del yugo de Egipto a la libertad de la Tierra Prometida. Por ello debemos a veces hacer una pequeña parada y tomar algo de tiempo para discernir entre lo que es urgente y lo que es importante.
Que los valores sobre los que la parashat Mishpatim está fundada, nos ayuden a conseguir la paz interior y el equilibrio; a cultivar la empatía y ver más allá de nosotros mismos, mirar cara a cara al otro; a encontrar la sabiduría que guíe nuestros pasos.
Leemos en la parashá: “Cuando Moisés subió a la montaña, una nube la cubrió” (Éxodo 24:15) El Kotzker Rebbe decía, es fácil para las masas mantenerse al margen y temblar en la distancia, pero Moisés entró en la oscura nube sabiendo que los tesoros espirituales más profundos no suelen encontrarse en la certitud, sino en los lugares más humildes e inciertos.
Es por ello por lo que debemos prepararnos, preparar nuestros corazones y nuestras almas, para la vida en este mundo, un mundo que a menudo navega entre nubes y vientos huracanados, pero en la que nosotros podemos ser un faro de luz que guíe, un molino de viento que transforme el duro trigo en el mejor pan.
Shabat Shalom desde La Judería de Córdoba.
Rabbi Haim Casas
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